Por Mariana Schenone
Lic. en Psicopedagogía y Editora de tramared.com
La educación está en crisis. Como so
ciedad se impone una respuesta a las ne
cesidades que la contemporaneidad plantea y las que el sistema educativo no está pudiendo responder.
Es indudable que la modernidad trajo consigo grandes avances en muchas áreas, incluida la tecnológica; sin embargo, pensar la educación de acuerdo a los mandatos de la modernidad atenta contra sus propios principios, en la actualidad.
Gracias a la educación, el hombre ha impulsado el desarrollo tecnológico, aunque actualmente, esta ha quedado relegada ante las demandas de la era digital y presa de propios avances. La modernidad monopólica educativa se enfrenta a este nuevo rival, la era digital y todo lo que ello conlleva: el acceso libre y democrático de la información, la inmediatez y la creación de nuevos recursos tecnológicos. Estos nuevos recursos que dialogan y son aceptadas por
el contexto social actual, empujan, tácitamente, a la escuela como tecnología de la modernidad a colapsar. La información, hoy, está al alcance de la mano.
El surgimiento de internet en los 90s dio lugar a la democratización del saber, el acceso libre, permitió al hombre estar a un “click” de la información. Esto obligó a la sociedad ha reconfigurarse y nuevos intereses se precipitaron. Fue el punto de partida al surgimiento de diferentes dispositivos. Los tecnófilos entendieron muy bien cuál sería el camino a seguir.
“Cuando cada casa tenga una computadora conectada a enormes bibliotecas, desde chicos nuestros hijos podrán preguntars
e lo que quieran, cuando quieran. Entonces, todos disfrutaran de aprender” (Asimov, 1988, Entrevista en youtube)
Las redes sociales cobran protagonismo y un modelo nuevo de interacción se manifiesta: la inmediatez en el acceso a la información. A raíz de este modo de actuar el pensamiento de la economía se redefine a sí mismo y da lugar al capitalismo digital promoviendo, así, una economía colaborativa. En el siglo XXI las aplicaciones y plataformas son la materia prima de este modelo económico; desde la inmediatez hacia la libertad de elección (on-demand) el hombre forja su información.
Aparecen plataformas y aplicaciones austeras, pensadas para estar al servicio del cliente. El mejor ejemplo de estas plataformas son las redes sociales, la cuales derivaron en una manera totalmente diferente de producir y consumir información. Las publicidades, la televisión y diferentes disciplinas se acoplaron a esta moda y la educación no se quedó afu
era. Estas plataformas austeras, como se mencionó, nacen del pensamiento de una economía colaborativa, diseñadas con un objetivo: “hacer del mundo un lugar mejor”, en palabras de Silicon Valley. Los tecno-hippies se embanderan tras el acceso libre a democratización de la información y, entonces, la democratización de los servicios surge solapada a partir de la
idea de igualdad y equidad.
En relación con esta idea inspiradora, muchas son las disciplinas que entendieron el desafío y se embarcaron en la epopeya de desarrollar dispositivos que garanticen esta consigna, Uber, es el más claro ejemplo. En consonancia con este pensamiento, en el campo de la educación comenzaron a gestarse diferentes tipos plataformas para así cumplir con la premisa de ofrecer una educación de “calidad” y “equidad”. Estas propuestas se impusieron en el área educativa, con gran aceptación por parte de los alumnos, y sin que fueran muy conscientes, al menos en un principio, se comenzó a instaurar la idea de que ellos podían autogestionar sus aprendizajes. Esta manera de interactuar con las plataformas les brindó la posibilidad de manejar el tiempo de acuerdo con su disposición y a su vez tener mayor autonomía. El modelo de la u
berización de la educación hoy es un hecho. La inmediatez avalada por la democratización y el acceso libre a los saberes, obliga al sector académico a reconfigurarse en función a esta realidad digital y la idea de modelo de negocio[1] entra en la escena pedagógica. Con la necesidad, por parte de las corporaciones, de hacer más interesantes las propuestas académicas dentro de las plataformas, desarrollan todo un estilo nuevo, más flexible y amigable para captar más consumidores. Por lo cual, la educación parece transformarse en una empresa para el consumo de sus clientes: los alumnos.
Esta cultura digital que se está gesta
ndo a espaldas del sistema educativo, metáfora de la narrativa educativa, se eleva como la ola de un tsunami que después de un terremoto arrasará con todo a su alrededor. Ya se ha mencionado que la educación está crisis, y este nuevo paradigma educativo digital se está imponiendo bajo la consigna de innovación y vanguardia. Es la era del big data, de los a
lgoritmos, la inteligencia artificial, el deep learning.
La creación de formatos/aplicaciones no académicos/as enlatados/as (apps) gana territorio en el sistema educativo. Estos/as formatos/aplicaciones instalan todo un nuevo sistema de interacción con el sujeto, que se retroalimenta a sí mismo generando un circuito que se autogestiona y aprende. Esos intercambios con el sistema digital son los grandes proveedores de datos, y como resultado de esto la materia prima del algoritmo.
“De ahora en adelante lo que prevalece es la externa liviandad de los dispositivos y la reactividad algorítmica, favoreciendo el acceso a todos los saberes del mundo, el crecimiento de la “autonomía individual” la instauración de “estructuras colectivas”, puestas en concordancia” (Sadin, E, 2018, pág.99)
Asegura Eric Sadin: “Las apps y platafor
mas son el motor del capitalismo digital”[2]. El desarrollo de nuevos y cada vez más dispositivos es la cualidad principal de este modelo, y la educación comienza a adaptarse a él. Bajo la idea utópica social del bien común, tácitamente, se le da mayor entidad al big data cuyos sus aliados comerciales configuran un nuevo ecosistema digital en la formación académica.
También aparece en la escena educativa un nuevo concepto, en consonancia con esta economía digital y colaborativa, el modelo de negocio es la nueva pedagogía de los recursos digitales. Y a su vez, las plataf
ormas y aplicaciones se transformarán en los nuevos entornos de aprendizaje y, así, un nuevo paradigma educativo se origina.
En período bisagra que el sistema educativo está atravesando trae, entre otras, seis cuestiones a tener en consideración:
La era dataísta: el big da
ta como promotor de algoritmos que segregan y determinan la información a la que accedemos.
Lo futurible de los formatos no académicos: las apps (aplicaciones) y plataformas como nuevos entornos de aprendizajes en un futuro posible.
La escuela, la tecnología que no s
e adapta: la escuela como tecnología quedó anticuada deberá buscar nuevos recursos para aggiornarse o peligrará su tarea.
Una ciudadanía digital: en un contexto donde el capitalismo digital rige la competencia en función de la homogenización, la heterogeneidad del sujeto perderá protagonismo.
La economía colaborativa: nace el modelo de negocios como contrapartida a la didáctica pedagógica.
El rol docente: la relación asimétrica docente-alumno entra en jaque.
La uberización de la educación
1. Los cambios que acontecen en este contexto bisagra y la reconfiguración del sistema educativo:
Todos estos cambios estructurales que se precipitan en el ámbito sociocultural desembocarán en la reconfiguración del sistema educativo provocando un cambio de paradigma, este cambio afectará a los diferentes dispositivos involucrados en el sistema educativo. Permitirá, además formar seres más autónomos acrecentando la libertad de elegir y generando la autonomía del alumno. La autogestión e independencia en el aprendizaje por parte de los individuos obligará a los docentes a redefinir su labor.
“La Internet es hoy día la mayor fuente de información y aprendizaje sobre muchísimos temas, y no solo porque contenga mucha “información”, sino porque “conecta” a muchas personas y les facilita la comunicación entre sí. Las redes sociales son el último fenómeno de masas de la Internet y su potencial para el aprendizaje apenas ha sido explorado. No es sencillo “integrar” estos nuevos usos de las redes en educación”. (Adell, J., 2011, pág.1)
2. Una nueva metodología de aprendizajes se suscita: la formación on-demand
El rol del docente se redefinirá y su tarea pasará a ser la del facilitador y/o tutor, con un trabajo cooperativo con el alumno que, quizás, pueda sembrar la motivación por querer aprender. Los recursos digitales serán las herramientas didácticas con que se contarán para abordar la tarea.
La uberización de la educación parecerá dejar en manos de los sujetos el poder, el poder de educarse y optar de acuerdo con sus intereses. Nacerá un sistema educativo aleatorio y autogestionable y autónomo: “una educación a la carta (on-demand)”.
3. El modelo de negocio como pedagogía de los recursos digitales:
Otra diferencia que se pronostica en estos tiempos de cambio será el que está relacionada con el currículo de los contenidos teóricos de los formatos académicos. Por lo general, los contenidos analógicos suelen ser muy rígidos y burocráticos y muchas veces promueven el aburrimiento en los alumnos. Como afirma Naradowski: “la escuela es la tecnología de la espera, meritocracia y el aburrimiento”[3]. ¿Esto dará lugar a que entre otra tecnología en la escena y se generen nuevos espacios, más amigables y flexibles?: sí las plataformas educativas serán los nuevos entornos de aprendizaje y las apps, las herramientas didácticas. Estos formatos contraculturales poseen un lenguaje más coloquial y cercano, sin por esa razón quitar seriedad, pero sí desdibujan las asimetrías. Pensar en cómo despertar el interés de los alumnos dependerá más de la planificación de un modelo de negocio que de los métodos pedagógicos. El modelo de negocio será la nueva pedagogía, la pedagogía de la era digital.
Ahora bien, la cuestión será: ¿todos estos sucesos futuribles promoverán la heterogeneidad y la colaboración, como citan los tecnófilos, o contrariamente, fomentarán, tácitamente, la homogenización de un estilo de enseñanza-aprendizaje producto de un algoritmo? y, entonces, ¿se podrá predecir el futuro educativo de las personas?
Toda una nueva trama de conexiones se conforma y se ordenan en un contexto virtual para potenciar un proceso de enseñanza y aprendizaje más hegemónico, pero esta cultura digital que no posee reglas ni normas solo provoca incertidumbre y como respuesta se tiende a repetir patrones. Este fenómeno tecnológico y digital ¿colabora con el ambicioso objetivo de calidad y equidad educativa, o se evidenciará, en un futuro próximo, lo contrario? Y las plataformas y apps ¿están realmente al servicio del sistema educativo o serán resultado de un algoritmo que hackeé al hombre? (Haradi, Y. 2018, Revista Weird)
“El tema clave está en cómo la educación encaja en estas recalibraciones digitales de la sociedad ¿cómo encontrarle sentido al cambio educativo en estos tiempos tecnológicos?” (Cobo, Cristobal, 2016, pág. 8)
Notas:
[1] Modelo de negocio: es una herramienta previa al plan de negocio que permitirá definir con claridad qué se va a ofrecer al mercado, cómo se va a realizar y a quién se va vender y de qué forma generar ingresos. (Emprendedores.es)
[2] El capitalismo de plataformas. 2018, Caja Negra, Bs. As., Argentina
[3] Pansophia Project: Manifiesto pansophiano, 2018
Bibliografía:
Haradi, Yuval, 2016, Homo Deus, Debate, Bs. As., Argentina
Steyerl, Hito, 2014, Los condenados de la pantalla, Caja Negra, Bs. As, Argentina
Srnicek, Nick, 2018, Capitalismo de plataformas, Caja Negra, Bs. As., Argentina
Van Dijck, José, 2016, La cultura de la conectividad, Siglo XXI, Bs. As., Argentina
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